El papa Francisco encabezó hoy la Misa de Gallo en la Basílica de San Pedro para algunos fieles debido al toque de queda nocturno determinado en Italia a raíz del rebrote por coronavirus que afronta ese país.
La tradicional ceremonia se llevó a cabo ante unos 150 religiosos que lo observaron con las mascarillas en sus rostros y respetando el distanciamiento social, con una transmisión virtual del mismo.
El Sumo Pontífice instó a servir a los demás huyendo de la conducta de los «analfabetos de bondad».
«Tú que me salvas, enséñame a servir. Tú que no me dejas solo, ayúdame a consolar a tus hermanos, porque desde esta noche todos son mis hermanos», indicó el Papa al concluir la homilía de Nochebuena, en una basílica de San Pedro prácticamente vacía.
En la misa más importante del año, Francisco estuvo acompañado por sus concelebrantes y por unos 150 fieles, religiosos, religiosas y residentes del Estado pontificio, todos separados y con mascarillas.
El Papa explicó que la Navidad es un periodo que permite a los fieles «nacer interiormente de nuevo» y por eso lanzó un mensaje de fraternidad y religiosidad, citando incluso a la poetisa estadounidense Emily Dickinson.
«Hoy Dios asombra y nos dice a cada uno: ´Tú eres una maravilla´. Hermana, hermano, no te desanimes ¿Estás tentado de sentirte fuera de lugar? Dios te dice: ´No, ¡tú eres mi hijo! ´», sostuvo.
Francisco se planteó por qué el mesías nació de noche, pobre y rechazado, sin un alojamiento digno: «Para hacernos entender hasta qué punto ama nuestra condición humana: hasta el punto de tocar con su amor concreto nuestra peor miseria».
En ese sentido, afirmó que este período de renovación espiritual se antepone a la conducta de los hombres de estos tiempos que «hambrientos de entretenimiento, éxito y mundanidad» alimentan sus vidas «con comidas que no sacian y dejan un vacío dentro».
«Hablamos mucho, pero a menudo somos analfabetos de bondad», señaló el Papa.
«Es verdad: insaciables de poseer, nos lanzamos a tantos pesebres de vanidad, olvidando el pesebre de Belén. Ese pesebre, pobre en todo y rico de amor, nos enseña que el alimento de la vida es dejarse amar por Dios y amar a los demás», describió.
De esa manera, instó a atender a las necesidades del prójimo: «Su amor indefenso, que nos desarma, nos recuerda que el tiempo que tenemos no es para autocompadecernos, sino para consolar las lágrimas de los que sufren».
Esta ceremonia religiosa desde hace varios años no se celebra a medianoche, pero en esta ocasión ha tenido que ser adelantada aún más, en dos horas y media, a las 19:30 de Italia (15:30 de la Argentina), para respetar el toque de queda nocturno impuesto en todo ese país como medida preventiva para evitar el nuevo avance del coronavirus.