A los 77 años, el ex subtesorero del Banco Nación de Santa Fe Mario Fendrich, quien en 1994 robó de la entidad bancaria 3,2 millones de pesos, equivalentes entonces a
más de tres millones de dólares, murió esta madrugada en Cuba, donde se encontraba internado tras sufrir un accidente cerebro-vascular.
En el momento de su muerte, el hombre, que llenó algunas de las páginas más conocidas de la historia policial del país, se encontraba acompañado de dos de sus hijos en la clínica a la que había ingresado el viernes pasado, según la información
difundida hoy por el sitio del diario El Litoral.
El hombre había viajado de vacaciones junto a un amigo a la isla caribeña, donde sufrió la descomposición que derivó en el deceso.
Fendrich desapareció de los lugares que frecuentaba el 23 de septiembre de 1994, al mismo tiempo que se llevó 3,2 millones de pesos del banco en el que trabajaba.
El entonces tesorero había esperado la llegada de un camión de caudales, puso el dinero en una caja y se lo llevó en su automóvil, un Fiat Regatta.
Fendrich le había dicho a su esposa que se iba a pescar con un amigo y desde entonces la mujer le perdió el rastro.
Tres meses más tarde, el 9 de enero de 1995, se entregó a las autoridades, aunque el dinero nunca pudo ser recuperado.
Su presentación fue justo un día después de la trágica muerte de Carlos Monzón, lo que dio lugar a sospechas de que intentó aprovechar la conmoción en la provincia natal de quien es considerado el mejor boxeador argentino de todos los tiempos.
Al declarar ante la Justicia aseguró que había sido secuestrado por delincuentes, que lo obligaron a retirar el dinero y se habían apropiado del mismo, pero su coartada nunca
fue creída.
En el medio hubo especulaciones de que había huido del país, a Paraguay, con un amante.
El 12 de noviembre de 1996, el Tribunal Oral Federal de Santa Fe lo condenó a ocho años, dos meses y 15 días de prisión por el delito de peculado.
En la cárcel de Las Flores, tras cuatro años, nueve meses y 20 días de encierro, salió en libertad condicional luego de mantener una conducta excelente.