Fue condenado por abuso de menores y ahora maneja un merendero en Misiones

Un hombre que fue condenado por abusar sexualmente de al menos cuatro nenas y adolescentes que estaban alojadas en un hogar de menores de Oberá, abrió junto a su esposa un merendero al que asisten decenas de chicos del barrio Villa Cristen.

La condena fue a prisión en suspenso. Y desde la Justicia dijeron que el hombre había cumplido en su totalidad la pena y que el Tribunal que lo halló culpable ya no tiene injerencia sobre las actividades que él realiza.

La investigación que terminó con la condena de Juan Alberto B. se inició en marzo de 2011, cuando una psicóloga del Hogar de Niños Mitaí advirtió que cuatro nenas —dos de ellas adolescentes con retraso madurativo— habían sido víctimas de abuso por parte de la pareja de la responsable del lugar.

El hogar, que depende de la Municipalidad de Oberá, alberga a chicos que son derivados por la Justicia o están en situación de extrema vulnerabilidad. Tanto el abusador como su pareja son empleados municipales y pese a la gravedad del caso, mantuvieron sus puestos de trabajo.

Las víctimas —por entonces tenían cinco, siete, 17 y 18 años— contaron que el hombre las llevaba a la cocina con la excusa de darles golosinas o frutas y allí las sometía a manoseos. Y relataron el calvario que vivían, cuando el hombre y su pareja se tomaron vacaciones.

Juan Alberto fue procesado y enviado a juicio, imputado del delito de “abuso sexual sin acceso carnal, calificado por la guarda de hecho”. Antes de sentarse en el banquillo de los acusados, el hombre aceptó su responsabilidad a cambio de recibir la pena mínima establecida para ese delito: tres años de prisión en suspenso.

El Tribunal homologó el acuerdo del imputado con la fiscal, y la condena fue dictada en noviembre de 2014.

El abusador mantuvo una buena conducta y no incurrió en nuevos delitos, con lo que evitó que la sentencia se volviera de cumplimiento efectivo.

Élida, la esposa de Juan Alberto, sostuvo que el merendero cuenta con la colaboración de la Municipalidad y de particulares que entregan los elementos necesarios para que los chicos puedan alimentarse todas las tardes.

Las luces de alarma en el barrio Cristen se dispararon cuando la pareja decidió abrir en su propia casa y a pocas cuadras del Hogar Mitaí, un merendero. La difícil situación social que atraviesa gran parte de ese barrio hizo que muchos padres decidieran enviar igualmente a sus hijos para que reciban una taza de leche y un trozo de pan a media tarde.

La directora de Niñez y Familia de Oberá, Alejandra Montero, dijo al diario El Territorio que no estaban al tanto de los antecedentes del hombre y tampoco del merendero.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here